Medidas de conservación preventiva: la congelación

La Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos, perteneciente a la Universidad de Yale (Connecticut), alberga unos 180.000 volúmenes en la planta cero, mientras que en la subterránea se guardan otros 600.000, así como varios millones de manuscritos de todas las épocas, entre los que se encuentra el Manuscrito Voynich.

El magnífico y sorprendente edificio que la alberga se construyó entre 1960 y 1963, siguiendo el diseño de Gordon Bunshaft, con una fachada sin ventanas, en granito y mármol translúcido inscrito en una cuadrícula de hormigón que deja pasar la luz solar de manera muy tenue. Todo ello adecuado para la conservación de los libros. Además las vitrinas interiores, que albergan los ejemplares más valiosos, están cerradas herméticamente al vacío, para frenar y prevenir el deterioro de los libros.

Todas estas útiles medidas de conservación preventiva resultaron inútiles cuando en 1977 se propagó una plaga de escarabajo del reloj de la muerte (Xestobium rufovillosum) desde uno de los nuevos ejemplares adquiridos que amenazó con destruir buena parte de la colección, ya que las larvas de este coleóptero son xilófagas, es decir, comen madera y papel, y están consideradas una de las peores carcomas que puede sufrir una biblioteca.

Debido al sistema de almacenado hermético resultó imposible emplear el método tradicional de fumigación con insecticidas, por lo que los responsables de la institución pidieron ayuda al entomólogo Charles Remington. Siguiendo sus recomendaciones, todos los libros afectados fueron envueltos en plástico y congelados a 36 grados centígrados bajo cero durante tres días. El sistema funcionó aunque llevó más de dos años completar el proceso y, desde entonces, la biblioteca lo utiliza con todas sus nuevas adquisiciones. Así, cualquier libro que llega a la Biblioteca Beinecke es congelado durante tres días antes de pasar a integrar la colección como medida conservación preventiva.

 

Contacto