El día 28 de setiembre del 2013 celebramos el I Encuentro de Rutas Papeleras del Mediterráneo, elegimos para ello los molinos de La Riba. La elección de esta población se ha debió a que La Riba, desde el siglo XVIII, destaca como uno de los núcleos papeleros más relevantes del territorio español y del eje mediterráneo, a que su gran tradición papelera se mantiene viva por estirpes familiares como Gomà-Camps y porque conserva los edificios de numerosos molinos papeleros.

Tres instituciones respaldaron el encuentro: Monestir Sant Pere de les Puel·les, la Asociación Hispánica Historiadores Papel (AHHP) y Gomà-Camps, SAU. La dirección fue compartida por Carmen Hidalgo y Marino Ayala, yo me encargué de la coordinación. Contamos con la inestimable colaboración de Jordí Gomà-Camps que puso a disposición su fábrica, y con su hijo guíaron la visita; de Ramon Gavarró, un enamorado historiador de la tradición papelera ribetana y cicerone del recorrido por los molinos de esta población, y Jaume Cartañà que cuidó para que hasta el mínimo detalle estuviera a punto.

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La jornada se inició en el salón de actos de la fábrica Gomà-Camps, Jordí Gomà-Camps tras las palabras de bienvenida nos introdujo en la historia y actualidad de la empresa y nos proyectó un vídeo corporativo creado recientemente. Seguidamente expuse el proceso tradicional de fabricación del papel, como preámbulo de la visita a los molinos de la localidad; Ramón Gavarró nos comentó cómo la falta de espacio físico frenó el impulso de la industria papelera de La Riba, que llegó a contar con 22 molinos. Mª Carmen Hidalgo, secretaria de la AHHP, contextualizó la celebración de este primer encuentro dentro de las rutas papeleras del mediterráneo e informó sobre las actividades de la asociación, nos obsequió con un Cd que contiene las actas de todos los congresos de la AHHP. A continuación, Joan Castelló Mora, fundador y conservador del museo del papel de Banyeres de Mariola, presentó la revista Filigranes publicada por el Centro d´Estudis del Museu Valencià del Paper, regalando a cada asistente el último ejemplar. Finalmente, antes de entrar a la fábrica, Marino Ayala indicó las normas y precauciones que debíamos tener durante la visita, organizándonos en dos grupos.

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La visita de las instalaciones de Gomà-Camps SUA nos permitió ver el proceso moderno de fabricación del papel tisú y descubrir a través de esta fábrica un modelo ejemplificador de aprovechamiento de los recursos naturales y minimización del impacto medio ambiental.

Finalizada la visita a fábrica recorrimos los molinos de la zona bajo la guía de Ramon Gavarró. El primer molino que nos mostró, nada más salir de la fábrica, fue el de Bessó, en la dovela de la puerta tiene grabada en piedra una cartela coronada por una pequeña cruz y en el interior las letras: JHP Camps, representativa de la filigrana con la que este papelero marcaba el papel, debajo el año 1758. Seguido, el molino del Groc, convertido en viviendas. Un poco más arriba el molino de Domènech dentro del que pudimos ver gran parte de una de las primeras máquinas de papel continuo del siglo XIX. Unos metros más arriba está el molino de Més Amunt, con una espléndida fachada de piedra, en una de las puertas tiene sobre la dovela la inscripción: molí de Cap-de-Riba de Anton Bar. Desde fuera se divisan las ventanas del secadero, de media vuelta y con rajola catalana, Jordí Gomà-Camps nos invitó a subir y poder ver de cerca el sistema de ventilación de este secadero de papel.

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Situados en la zona más alta de la población, bajamos al punto de partida, desde allí el recorrido fue hacia abajo. El molino de Garreta fue el primero que encontramos, conserva una bella y austera fachada, con una doble puerta de madera y picaporte forjado en hierro, en la clave de la dovela de medio punto un escudo coronado con el anagrama de María, símbolo que utilizó el papelero para sus filigranas, y el año 1758. Descendiendo, el molino del Camps donde se fabricaba papel de barba y actualmente rehabilitado para viviendas. En su fachada unos grandes azulejos dicen: “Este edificio, antiguo molino papelero, Joseph Camps y Carbó instaló allí y puso en marcha el 24 de enero de 1857 la primera máquina de hacer papel de la cuenca del Brugent”. Siguiendo nuestro descenso estaba el molino de Carbó de Dalt, convertido en viviendas. Tras él encontramos el de la Viuda, en la dovela de la puerta de tiene inscrita la fecha de 1721, de referirse a la instalación del molino de papel, pone en cuestión la afirmación de Madoz de que en 1730 Ignací Carbó introdujo la industria papelera en La Riba; aunque esté dato es prácticamente refutado por la información que proporciona Oriol Valls sobre el hallazgo de documentación fechada en el año 1726 sobre Cristòfol Miquel papelero de la Riba. Este es el único molino del que se conserva la rueda hidráulica, de cuatro metros de diámetro, y que de no tomarse medidas para su conservación corre el riesgo de perderse.

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A continuación está el molino de Jaume-el-Mas o molino de Siurana hoy convertido en fábrica y que con el anterior son propiedad de la industria SCA Paper Hygiene España, S.A. Le sigue el molino de Carbó de Baix, conocido también por molino de cal Cardús, pues este papelero de Sant Pere de Riudebitlles fue su propietario entre 1900 y 1941. A través de un documento del año 1794, en el que se confirma el permiso real, concedido unos años antes, de posesión de armas para defender sus personas y sus bienes a Joan Carbó, Francisco Roig y Francesc Camps, sabemos que Carbó tenía una fábrica con cuatro tinas, Roig con dos y Camps con una.

Cruzamos la calle La Fábrica reprendiendo el descenso a mano derecha nos encontramos con la Fábrica de Roig, construida para molino papelero y utilizada en los años sesenta como industria textil. A su lado teníamos el molino de Roig, entre los participantes estaba Joan Bernat Nicolàs i Hungerbühle heredero directo de los Roig y propietario del molino, hoy vivienda pero que conserva la estructura arquitectónica original. Joan Bernat tuvo la gentileza de enseñarnos su interior, donde hay una alcoba con el inmobiliario del siglo XIX, una biblioteca documentación de las actividades mercantiles de esta familia de papeleros y un sello de boj con el anagrama del papelero para marcar los fardos de papel que se distribuían por distintas localidades de España, las Islas Baleares y América del Sur (Venezuela y Cuba).

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Sin detenernos excesivamente vimos la fachada del molino de Racó, conservado como vivienda, y siguiendo el recorrido de descenso encontramos el molino Nou, el del Quatribal, el molino de la Pedra y el de Sagarra o de Figuerola, que entre finales del siglo XVII y principios de XVIII perteneció a la familia del escritor catalán Josep M. de Sagarra. Desde el molino del Molinet, actualmente vivienda pero mantiene toda la estructura exterior original del molino, divisamos a los pies de la población, recorridos por el río Francolí el molino de Bernades, convertido también en vivienda.

A este encuentro han asistido 40 participantes: profesionales papeleros, restauradores de documentos gráficos y de materiales textiles, impresores, archiveros, el ex alcalde y el actual alcalde de La Riba, representantes de diferentes instituciones y empresas como: Asociación Hispánica Historiadores Papel (AHHP), el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), el Departamento de Restauración de la Universidad de Barcelona (UB); el Museu Paperer de Banyeres de Mariola –Alicante-; el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), el Museo Arqueológico Municipal de Alicante (MARQ), el Taller de Restauración de la Biblioteca de Catalunya (BNE), la Escola J.B. Serra de Alcanar -Villareal-, el Taller de L’Escola d’Art i Disseny de Tortosa y las familias de papeleros: Munné de Capellades, Gomà-Camps, los sucesores del Molí de Roig y Soteras de Capellades. Venidos de diversas localidades: Barcelona, Valencia, Alicante, La Sénia, Vila-real, Zaragoza y Santa Cruz de Tenerife.

A los participantes se les entregó un dosier con artículo de Ramon Gavarró sobre los molinos de La Riba; la revista Filigranes, editada por el Museo Papelero de Banyoles y un CD con las Actas de los diez Congresos de Historiadores del Papel celebrado en España y los artículos sobre historia del papel publicado en la revista Investigación y Técnica. Además de un certificado de asistencia expedido por el Monestir Sant Pere de les Puel·les y la Asociación Hispánica Historiadores Papel (AHHP). Unos días después tuvieron acceso al reportaje fotográfico del encuentro hecho por el fotógrafo Josep María Balagué.

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El colofón final de esta jornada fue una comida en un restaurante de la zona. En el disfrutamos de las exquisiteces culinarias del chef y del diálogo amistoso y cordial que estrecha y fortalece los lazos de amistad entre nosotros. Además, conseguimos asegurar la continuidad de estos encuentros con la aceptación de Juan Catelló Mora, conservador del Museo Papelero de Banyeres, de organizar el II Encuentro de Rutas Papeleras del Mediterráneo, para dentro de dos años en Bayeres de Mariola.

La Riba es una pequeña localidad de no más de 750 habitantes a unos 40 kilómetros de distancia de Tarragona, situada al noroeste de la comarca del Alt Camp y enclavada en la ladera de la montaña del Puig Marc. Su escarpado relieve propició las condiciones necesarias para que a lo largo de los siglos XVIII y XIX se fueran multiplicando los molinos papeleros. Atravesada de arriba abajo por las aguas canalizadas de la Font Gran y el río Brugent y con un desnivel de 105 permitía utilizar los saltos de agua como fuente de energía hidráulica. A las faldas, el don del agua tampoco le faltaba, con el río Francolí.

Pero, la bendición natural de su abrupta orografía con la revolución industrial se convirtió en impedimento para la expansión y la viabilidad de la productividad, los molinos tenían dificultades para crecer físicamente y el acceso a muchos de ellos con los modernos medios de trasporte resultaba inviable. Los molinos poco a poco se fueron cerrando o convirtiendo en otro tipo de industria. En la actualidad, a pesar de estas dificultades el municipio cuenta con dos de las más importantes fábricas de España que elaboran papel tisú, también a las afueras del núcleo urbano hay otra de cartón ondulado y otra de papel soporte para el embalaje.

La fábrica Gomà-Camps continuadora de una saga papelera iniciada hace 255 años es una de estas fábricas. Su persistencia en el tiempo es reflejo del tesón, el amor a la tierra y la capacidad de sobreponerse a todo tipo de adversidades. El 16 de enero de 1959 un incendio destruyó prácticamente toda la fábrica y dependencias anexas, no sólo levantaron de nuevo la fábrica sino que han sido capaces de una continua renovación y actualización adelantándose a las necesidades de un mercado cambiante y ofreciendo soluciones respetuosas con el medio ambiente. Como expresan a través de su Web, la innovación, la visión de futuro y el esfuerzo en la optimización constante de los recursos y servicios son las claves que impulsan su expansión comercial y productiva a nivel internacional.